MADRID:
EDICIONES DE LA TORRE.
FLORA
JORDÁN
La
generación del 50 es siempre la gran olvidada en las clases de Lengua y
Literatura. Por este motivo, La
generación del 50 para niños y jóvenes (Ediciones De la Torre) es una
antología necesaria desde el punto de vista pedagógico. En nuestras aulas, en
general, la generación del 98 y la del 27 eclipsan al llamado Grupo del 50 (que, además, se suele
estudiar a finales de curso, cuando ya no queda mucho tiempo). Esta antología es
una reivindicación de la lectura de los poetas de esta generación como Ángel
González, Jaime Gil de Biedma o Francisco Brines, destinada al público más
joven.
No es la
primera vez que Juan Carlos Sierra publica una antología. La primera fue Los lunes, poesía, cuyo título remite al
día de la semana que el autor, y también profesor, utilizaba para recitar,
disfrutar y entusiasmar a sus alumnos a través de la lectura de diversos
poemas. En esta segunda antología, La Generación
del 50 para jóvenes y niños, hace un ejercicio impecable de selección de
autores y de obras. El resultado es un libro que recoge los poemas más emblemáticos
de este período sin perder la diversidad y los diferentes matices y temas que
caracterizan a la
Generación del 50.
Por un
lado, es importante señalar la inclusión de autores como Gloria Fuertes,
Francisca Aguirre o Fernando Quiñones. Hay que hacerlo porque en ocasiones no
han gozado del mismo status que otros nombres reconocidos del mundo literario
de la época. La
calidad y la expresividad de sus versos llegan a límites insospechados y
resultan hoy tremendamente actuales, como estos versos de Gloria Fuertes del
poema Aviso a los gobernantes del mundo:
“Me dirijo a Vuestras Ilustrísimas/ para deciros que en mi barrio hay peste, / que
se han venido todos los mendigos/ a refugiarse bajo el puente roto/”.
Por
cuestiones de formato, hay algunos poetas que se han quedado fuera de la nómina
en esta antología. Es el caso de María Victoria Atencia, Julia Uceda o Felipe
Sahagún, pero hay que recordar que este libro funciona como una aproximación a la Generación del 50 para
un público muy joven. Por ende, la extensión de la obra no permitía estas
incorporaciones.
Finalmente,
es esencial valorar la figura del profesor-investigador o profesor-humanista
que Juan Carlos Sierra encarna. Muchas veces, los profesores no vemos más allá
del aula, de las programaciones, del libro de texto y Juan Carlos Sierra
trasciende todos estos límites. Intenta llegar al alumno a través de los textos
y activa su parte más emocional y afectiva. Hay que ensalzar a este tipo de
profesores que, a pesar de todas las dificultades a las que se enfrentan cada
día, trabajan, investigan y publican libros, como éste, que con total seguridad
cambiará la forma de leer poesía y la recepción del fenómeno poético de muchos
jóvenes en nuestro país.
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